viernes, 30 de diciembre de 2011

RESISTENCIA CIVIL A RECOLONIZACIÓN ECONÓMICA DEL PAÍS

Introducción

La organización social colombiana cuando diseña su acción —plan de trabajo— como si fuera parte integrante real y activa del Estado se equivoca, al desconocer su imposibilidad de acceder a los espacios donde se toman las decisiones en el diseño de las políticas públicas o en la elaboración de los planes de desarrollo de las administraciones diseminadas por las distintas unidades territoriales del país.
Esa situación se observa en la mayoría de los Estados del planeta con el desmonte paulatino del denominado «Estado de Bienestar» en Europa, Estados Unidos y otros donde se había avanzado de manera importante en ese sentido, lo cual ha generado en varios continentes enormes movilizaciones sociales, al punto que algunos gobernantes han sido remplazados por otros, sin que a la fecha, ninguno de esos movimientos haya logrado cambios en el modo de producción imperante en ninguno de los países donde se han presentado esas luchas sociales. Pero los capitalistas del mundo están temerosos.
El crecimiento del apetito desmedido de acumulación ocurrió luego de la caída del principal competidor de «occidente» a finales de los 1980, la Unión Soviética, con lo que se crean las condiciones de la caída del muro de Berlín y generación de un nuevo equilibrio en el orden del poder mundial, ya sin el que unos denominaban «campo socialista» y otros «campo social imperialista soviético» donde se destaca el hecho de que en 1960 la República Popular de China y Albania se marginaron de ese campo.
La nueva situación internacional dio vía libre a la aplicación de la ley económica fundamental capitalista, la sobrexplotación de la fuerza de trabajo, al arrancarle una mayor plusvalía al trabajador, al prolongar la parte de la jornada de trabajo que el capitalista no le remunera al trabajador, mientras reduce la parte de la jornada con que paga la fuerza de trabajo. Esa es la aplicación del concepto de mano de obra barata.
Esa realidad, la de que la ganancia del capitalista en general solo se obtiene con la plusvalía obtenida con la explotación de la fuerza de trabajo de las personas explotadas y de quienes laboran bajo la figura a destajo en las maquilas. Como la fuente de la riqueza de las sociedades donde impera el modo de producción capitalista, sea en su fase inferior de libre mercado, que dejó de existir en lo fundamental en la última década del siglo XIX, sea en su fase superior, la de los monopolios, donde los países ricos explotan a sus propios pueblos y a los pueblos de los países que sojuzga y mantiene bajo su dominio. Esa ley deducida científicamente por los maestros del proletariado, Marx y Engels, ahora se expresa en la obtención de mayores beneficios y de la concentración monopólica de los mercados existentes en el planeta, mediante la explotación, la ruina y la depauperación de la mayoría de los habitantes del país dado, mediante el avasallamiento y el saqueo sistemático de los pueblos y riquezas del subsuelo de otros países, principalmente de los países atrasados y, por último, mediante las guerras y la militarización de la economía nacional o recolonización económica de pueblos y países enteros por los países ricos, a fin de asegurar éstos los máximos beneficios.
Los países pobres, que lo son, por las imposiciones de los países ricos, reforzadas con la firma de convenios de aquéllos con entidades multilaterales como FMI, BM, OMC, hacen someter sus planes de desarrollo a la entrega ascendente del mercado interno del país, a la privatización agresiva de las empresas estatales de servicios públicos y de producciones estratégicas a las multinacionales de los países ricos, a la vez exigen el aumento de la concentración de la propiedad de la tierra a costa de la vida de la economía campesina, del desplazamiento forzado por la violencia de cuatro millones de personas, por las masacres de campesinos, comunidades indígenas, afro descendientes, como es el caso de Colombia, donde las tierras apropiadas por las multinacionales para extraer las riquezas del subsuelo sobrepasan las seis millones de hectáreas que eran el patrimonio de un millón de familias intimidadas. Esa violencia favoreció la geopolítica imperialista de generar políticas nacionales de autoabastecimiento al consumo interno, de desarrollo de nuestra producción nacional.
Esa geopolítica internacional utiliza a países serviles al imperialismo —Israel— que se protege con las ojivas nucleares de la OTAN, que a su vez está comandada por el ejército de los Estados Unidos de Norteamérica. Ahora EEUU busca integrar a algunos países asiáticos a la OTAN para enfrentarse mejor a China y someter a India, también busca integrar a países africanos a la OTAN para someter al mundo árabe en África, apropiarse de todas las riquezas de su subsuelo, como ocurrió en Libia en 2011
El Consenso de Washington, formulado por John Williamson en noviembre de 1989 refleja lo entendido por el imperialismo como «política de reformas» donde incluye una lista de diez políticas[1] que impusieron a los países de América Latina, luego de los resultados favorables obtenidos por los países ricos se difuminó por el planeta para enfrentar una y otra de las crisis provocadas por la ambición imperial y, luego le endosa el pago de los desastres a los pueblos de los países pobres y si no les alcanza ferien los bienes del Estado del país dado. Esa estrategia afinada por Washington, DC e instituciones como el FMI, BM y Departamento del Tesoro de EEUU, se aplica también por la Unión Europea a países de Europa Oriental, así como a Grecia, España, Irlanda, Portugal, generando esa situación luchas sociales contra esas políticas imperialistas de beneficio exclusivo de los grandes centros financieros mundiales.
Las políticas de Ronald Reagan, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica y Márgareth Tatcher, Primera Ministra Inglesa, en los 1980 se dieron al compás de niveles ya incontrolables de corrupción causados por Nomenklatura en el Partido de Gobierno de la Unión Soviética, desde 1958 y acabó con la URSS 1991. Luego el mundo conoció el potencial de la mafia rusa en el proceso de degollamiento de la patria socialista desde cuando asumió el mando sin contradictores de peso el señor Nikita Khrushchev, que ordenó la construcción del muro de Berlín en 1961 y solo pudo derrumbarse en 1989. Se habló entonces del fin de la historia, de que las tesis del socialismo perdieron toda vigencia.
En ese ambiente hostil a las ideas emancipadoras se da la toma del Palacio de Justicia, con el sugestivo nombre de «Operación Antonio Nariño por los Derechos del Hombre», que le dio el grupo de asalto M-19, el 6 de noviembre de 1985. Cuando los Estados Unidos promovían una nueva Constitución Política en Colombia, mientras se enorgullecían de los 200 años de la Constitución Estadounidense el 17 de septiembre de 1987. La Corte se negó a aprobar una Constituyente violatoria de la Constitución de 1886 que estaba por cumplir los cien años. En 1988, George HW. Bush lanzó una política exterior caracterizada por las operaciones militares en Panamá y el Golfo Pérsico.
Luego de la masacre de parte de los integrantes de la Corte Suprema de Justicia se dio la desmovilización del grupo M-19 el 9 de marzo de1991, se aprobó la Asamblea Nacional Constituyente el 5 de febrero de 1991 y el 4 de julio, día de la Independencia de Los Estados Unidos de Norteamérica, se promulga la Constitución de 1991 y el presidente César Gaviria Trujillo da la «bienvenida al futuro», mas no al pueblo de Colombia sino a las multinacionales para que saqueen a Colombia a su gusto. Pues esa Constitución acogió los lineamientos del Consenso de Washington y los partidos que rubricaron su promulgación fueron cómplices de esa agresión contra la patria. Solo el Moir denunció esa acción apátrida, pero hoy vemos a ese movimiento acompañando al coro de los defensores de la Constitución de 1991 o al menos guardando un silencio prudencial a los descalabros que a diario ocasiona.
Es conveniente romper el silencio y decir que el señor Gustavo Petro, ex integrante del M-19 y figura política del proceso subsiguiente a la masacre de personas integrantes de la Corte Suprema, nunca ha dejado de ser favorecedor de los intereses del imperialismo norteamericano en nuestro país y tal vez continuará el nuevo burgomaestre de Bogotá. Consideramos algunos sectores que se avanzará con él el proceso de privatización de los siete hospitales que cobija la Zona Franca en Salud en el Centro de la Capital de la República, se acelerará la privatización de la ETB, se seguirá  cooptando desde la Secretaría Distrital de Salud (SDS) al movimiento social en salud de Bogotá con el apoyo de algunas ONG, como  ocurre desde hace ocho años con las argucias y cancamusas de la Corporación Grupo Guillermo Ferguson y otros contratistas pro privatizadores privilegiadas por la SDS. Esperamos que la actitud intimidatoria de un familiar de la directora de la Oficina de Participación y Atención al Ciudadano de la SDS se prohíba, por expresar una tendencia fascista propia de «falanges» al servicio del Estado.
Llamamos a los bogotanos a conformar el más amplio y diverso frente de resistencia civil contra el modelo de «apertura» económica y privatizaciones  —léase de recolonización económica—  en Bogotá y por la defensa de la producción y soberanía nacionales, por la defensa de las normas de la democracia, por la defensa de las reivindicaciones sociales y contra todo tipo de violencia venga de donde viniere.
Para avanzar en ese frente debemos entender que desde la Constitución de 1991 el establecimiento está al servicio del gran capital y en contra de los intereses de la población colombiana, por eso debemos unirnos y evitar que nos sigan engañando con unos derechos consagrados en la Constitución pero inaplicables si no se da la sostenibilidad fiscal, que jamás se dará. Por ello la garantía del derecho a cargo del Estado queda supeditada a los recursos que le quiera girar las multinacionales amparadas con las cinco bases militares asentadas en Colombia. Entonces la salida es buscar la unidad con los pueblos del mundo contra la agresión del gran capital y sus grupos de choque, las multinacionales.
Bogotá, 1° de enero de 2011


[1] Disciplina presupuestaria (los presupuestos públicos no pueden tener déficit); Reordenamiento de las prioridades del gasto público (el gasto público debe concentrarse donde sea más rentable); Reforma Impositiva (ampliar las bases de los impuestos y reducir los mas altos); Liberalización de los tipos de interés; Un tipo de cambio de la moneda competitivo; Liberalización del comercio internacional (trade liberalization) (disminución de barreras aduaneras); Eliminacion de las barreras a las inversiones extranjeras directas; Privatización (venta de las empresas públicas y de los monopolios estatales); Desregulación de los mercados; Protección de la propiedad privada

domingo, 25 de diciembre de 2011

PROSPECTIVAS DE LA LUCHA CAMPESINA COLOMBIANA


GONZALO WOHLMEYER GÓMEZ
Bogotá, 4 de  septiembre  de  2011
Quince mil personas deliberaron en el Encuentro Nacional de Comunidades, Afro descendientes e Indígenas por la Tierra y la Paz en el municipio de Barrancabermeja (Santander), realizado del 12 al 15 de agosto de 2011, donde la consigna fue: «El Diálogo es la Ruta» La Mesa de Unidad Agraria, de la cual hace parte Festracol[1]-CTC, presentó ahí mismo el Proyecto de Ley de Reforma Agraria y Desarrollo rural elaborado por el conjunto de organizaciones campesinas, indígenas, negras y populares, la cual se está presentando en el espacio del Congreso de la República y en los campos de Colombia.
En el Encuentro de Barrancabermeja se conocieron datos estadísticos nacionales de concentración de la propiedad de la tierra, de los ascendentes niveles de miseria, violencia, muerte y desolación producto del saqueo o expropiación de la tierra al campesinado, así como la decisión de contrarrestar ese estado de cosas por parte de la organización popular existente en el país.
En Colombia la situación de guerra contra la producción agropecuaria nacional, ha logrado el objetivo del despojo de la tierra campesina, dejando como resultado que nuestro país ocupe el deshonroso cuarto puesto de inequidad en la distribución de la riqueza de los países del Mundo y primero en el continente Americano, donde se destacan los niveles de inequidad social urbana y rural (Cuadro 1), miseria (Cuadro 2), despojo (Cuadro 3) violencia estructural —falsos positivos—, muerte[2], desapariciones forzadas[3] e impunidad[4] de la que gozan los paramilitares —ahora denominados Bacrim—, principales victimarios de los campesinos, sindicalistas, estudiantes y mujeres[5].
CUADRO 1
Grado de Concentración de la Tierra en Colombia
AÑO
PROPIETARIOS
PROPIEDAD DE LA TIERRA
2009
006 %
51,51 %
78,76 %
5,27 %
CUADRO 2
Situación del Campesinado Colombiano
AÑO
BAJO LA LÍNEA DE INDIGENCIA
BAJO LÍNEA DE POBREZA
2010
82 %
95 %
1984
50 %
25 %
CUADRO 3
Tierras Campesinas Despojadas
PERÍODO
DESPOJO
SUPERFICIE AGROPECUARIA DEL PAÍS
1980 a 2010
6’650.000 hectáreas (12,9 %)
51’550.388 hectáreas (100,0 %)
Causas de la situación encontrada
La política de desarrollo rural en Colombia desde 1991 ha profundizado los privilegios, sin interrupción alguna, de las multinacionales a cambio de la pérdida de los derechos del campesinado y despojo a sangre y fuego de sus tierras, traduciéndose esa política en el desplazamiento forzado de más de cuatro millones de personas, desarticulando así la mayor parte de la producción de alimentos en el país, permitiendo la importación premeditada de más de diez millones de toneladas de alimentos en 2010, cuando en 1991 el país importaba un millón de toneladas de alimentos y materias primas agropecuarias. Eso significa que en los últimos veinte años dio resultado la estrategia estatal de destrucción de la producción rural en Colombia a favor del interés de los comerciantes internacionales de alimentos provenientes de los excedentes agrícolas de países fuertemente subsidiados, como es el caso de los Estados Unidos de Norteamérica[6].
Ahora esas tierras que eran del campesinado, de las comunidades indígenas y de las afro descendientes  se producen alimentos que sirven de materia prima para la producción de biocombustibles o se adelantan exploraciones y explotaciones de las riquezas mineras y minero energéticas, donde esas explotaciones dejan agotadas las fuentes de agua de los suelos donde se extrae las riquezas que son de todos los colombianos, quedando esas superficies de explotación en terrenos desérticos y la población en una miseria peor aun. Esos hechos ocurren al amparo de la Constitución Política de Colombia de 1991, pues ésta abre las compuertas al proceso de recolonización económica del país por parte del imperialismo Norteamericano y de los nuevos centros de poder en el Planeta, donde se destaca la potencia China. Dado que sus principios de participación, democracia, descentralización implican igualdad de requerimientos legales a la inversión nacional como a la extranjera. Con lo cual a los campesinos colombianos se colocan en una situación de competencia desleal frente a los productores subsidiados de Norteamérica.
Propuesta de cambios a la producción rural colombiana
El Proyecto de Ley elaborado por le Mesa de Unidad Agraria propone la creación de un «Consejo Nacional de Desarrollo Rural Integral», donde la presencia institucional allí esté acompañada por un número similar de representantes campesinos, quienes estarán encargados de elaborar un Plan para el Sector Rural a presentar en el Conpes, donde se aprueba la inversión nacional para el campo, la definición de los criterios del uso del suelo, la preservación de las fuentes de agua y su uso como parte del sostenimiento de los ecosistemas donde se adelante la producción agrícola, pecuaria, forestal, así como la explotación minera, petrolera y recursos naturales renovables y no renovables; los criterios e instrumentos utilizados en una estrategia de reserva natural o cultural campesina, encargadas de definir criterios e instrumentos a ser aplicados en la destinación de los suelos rurales para los diferentes fines.
Creación de una entidad impulsora de un ordenamiento social de la propiedad que adelante una redistribución democrática, capaz de garantizar una seguridad alimentaria, con base en la producción nacional agropecuaria, vale decir, con un autoabastecimiento rural pleno.
Este proyecto de ley de iniciativa popular y campesina se soporta en el encauce de un frente de resistencia civil lo más amplio y diverso posible por la seguridad alimentaria nacional, por la defensa de la producción y soberanía nacionales, de las normas de la democracia, de las reivindicaciones sindicales, cívicas y populares y contra la política Estatal de «apertura» económica y privatizaciones, contra todas las formas de violencias extremistas, terroristas u otras, vengan de donde vinieren.
Solo así las políticas agrarias superarán las aseveraciones engañosas, como las de la Presidencia de la República (Agt.03.11), cuando el señor Juan Manuel Santos Calderón afirmó que con la política de tierras «se está cambiando la faz del país y se está haciendo un verdadera revolución en Colombia (…) el esfuerzo en materia de titulación y restitución de predios a los campesinos desplazados ha sido monumental» Sin embargo las cifras presentadas en el cuadro siguiente desmienten al actual Gobierno[7]:
Primer año rural Administración Santos frente a Promedio 20 años anteriores, otras administraciones
Intervención tierras
Hectáreas
Gobiernos últimos 20 años (Ha) en promedio
Variación
Generalidades tierras
361.539
991.913
En esas especificaciones hay una menor respuesta del Gobierno de Santos frente a las distitntas administraciones de los 20 años anteriores
Resguardos indígenas
109.107
343.257
Comunidades Negras
6.630
260.784
Titulación de Baldíos
226.996
342.460
Restitución
2.535
2.499
D. Nal Estupefacientes
1.902
768
Restitución
14.278 (562 familias)
0,0
Supera a gobiernos ant.
Compra Directa
0,0
41.647
Desentendimiento total del Gobierno de Santos
Subsidio Integral
0,0
4.978
El movimiento campesino y popular debe derrotar la amenaza del Ministro de Agricultura de que: «los TLC van porque van, sin importar sus consecuencias para el agro», que «el programa de Santos de subsidiar las grandes explotaciones agropecuarias y el rumbo del desarrollo del agro colombiano lo deja en manos de los banqueros, donde la entrega de los baldíos se hará a monopolios privados nacionales y extranjeros» La salvación de Colombia exige desenmascarar esa política Estatal de recolonización económica del país y de entrega del territorio rural y fuentes de agua al gran capital.


[1] Federación sindical de Trabajadores Agrarios de Colombia (Festracol), organización agraria afiliada a la CTC
[2] 50.000 asesinados (masacres, torturas, muertes selectivas, otras) de la población civil en las últimas dos décadas
[3] 49.000 desapariciones de 1942 a la fecha
[4] Los niveles de impunidad sobrepasó el 95 % en Colombia desde los años 1980
[5] 116 mujeres han sido asesinadas en Antioquia desde hace un año. donde al parecer el 20 % de ellas eran cabeza de familia
[6] El subsidio a la producción agrícola norteamericana es de más de un millón de dólares diarios, unos cuatrocientos millones de dólares al año
[7] Ver los datos oficiales de entregas de tierras en el siguiente sitio Web: http://bit.ly/mPBnLN